Poemas de Señor, tenemos algo para usted (Gospod, nekaj imamo za vas, 2009), de Stanka Hrastelj
5.45
A Dominik Frelih
a las 8.10 entra el médico,
la expresión de su rostro lo dice todo aunque no hable,
ni lo niegue con la cabeza ni tampoco diga Lo siento,
aunque diera un paso atrás:
y fueran las seis menos cuarto y el personal todavía estuviera tomando el café de por la mañana,
seguiríamos conduciendo y chocaríamos otra vez,
si tuviera que ser así,
luego contarían los coches rotos, los huesos rotos,
se rellenaría el informe, se levantaría el acta,
lo firmaríamos todo, fue nuestra culpa, no frenamos,
pagaríamos la multa, remuneraríamos los daños,
pero levántate Dominik, sacude de ti los trozos del vidrio,
ven, vámonos a casa.
Nostalgia
Entro a través de la puerta, abro la marquesina
para que tire la sombra por el suelo del balcón, pienso
que estoy envejeciendo. Hace tiempo o desde esta misma mañana.
Me paro mirando su borde afilado,
me acuerdo de nuestro viaje
como lo recuerdan los viejos, con una nostalgia extraña
que amasa la realidad como trozos de plastelina.
Quizá fue distinto. Me acuerdo de
que en la plaza de Simón Bolívar
tomamos el café de las tazas rotas, esperando
a un hombre llamado Jesús
entre el museo del oro y el palacio de la inquisición.
Tú fuiste la que lo vio primera. Cuando corriste hacia él
se lanzaron a volar los pájaros desde las palmeras
enredándose en tu pelo y tú gritaste de horror.
Tal vez no fue así. – – Comíamos trozos de papaya
que compramos del vendedor ambulante y dijiste de paso
que tenías miedo de los pájaros y yo, entonces,
reconocí a Jesús a lo lejos.
Pero quizá este recuerdo no es mío
sino que es un recuerdo de una natural sin dientes
que aquella mañana estaba sentada en el parque y no
esperaba a nadie. Miraba nuestra piel
que entonces quemaba el sol colombiano
y tiró a los pájaros un puño de migas justo en el momento
que vino un hombre llamado Jesús.