Poemas de Lily Novy
Espejo
Ya fue pecado el empezar a amarte,
pues alzaste un espejo frente mí.
Ante él bebí un brebaje embriagador
mi cuerpo conoció de afeites todos
lo rodearon los más dulces vapores.
Por gratitud te di mi corazón,
como un anillo caro a un buen esclavo.
Mi cabeza apoyé sobre tu hombro,
pero tu alma jamás la conocí,
ni a resguardo en tu pecho he dormido jamás.
Pero vi una grieta en el espejo
un día triste y severo del invierno.
Te miraba y te eché la maldición
con deseo enfermizo surqué con la palabra
tu rostro como con una esbelta vara.
Mi anillo caro te quité del dedo,
parado a la intemperie te quedaste
en tu sucio gabán, gris de cenizas.
Tu rostro se opacó, y no volviste
a levantar los ojos ya del suelo.
Ahora vives en exilio como un muerto,
y yo me hielo en cuartos sin respiro.
¿Somos yo o tú, víctimas de antiguas faltas?
¿Quién conoce de los planes ocultos el sentido?
¿Quién ve en sí mismo el rostro sin espejo?
Cadáver
Alguien está posado en el fondo de mi corazón
como un cadáver en el fondo del mar.
Como si el agua meciera sus manos,
tiende hacia arriba, pero no llega a la luz.
Un pie se separa del otro dando pasos,
pero sigue tendido en el lugar.
Levanta la cabeza y es lívido su rostro,
su expresión es callada y abatida,
me mira fijo en silencio, con los ojos abiertos:
“Para ti, para mí, no hay salvación alguna.
¿Sientes mi peso, este enorme peso?
Yazgo en tu corazón como un cadáver.
Sopórtame por fin dondequiera que vayas
¡Carga conmigo en tu viaje postrero!”
El olor del amor
El olor del amor es tan preciada gema
como el olor de hierba en flor en primavera.
¡Ah, sólo una vez en el vuelo de la vida
conoces el misterio de todas las semillas!
Sientes sólo una vez el soplo ardiente
de este mundo feliz, tibio y despierto,
los latidos del agua en el planeta,
la dulzura del peso terrenal.
Y sólo entonces te es dado
llegar a las plateadas raíces
del arroyo, a las alturas
celestes, al encendido rosa,
allí donde la nube que florece
bebe el jugo cristalino de la tierra.
II
Entonces eres todo lo que sientes,
silencio y hierba en la sombra,
poema y espejo de agua,
grito de pájaro y sangre del abeto.
Es el ardiente corazón que sufre,
profundidad oculta de la tierra,
tu rostro de ella es la superficie
que ríe con el sol de la mañana.
Entonces eres aliento, que siempre sopla,
como vena que late por doquier,
riegas el brote, alimentas el fruto,
eres como el viento que cuenta estrellas
y eres a través del tiempo y la distancia
el olor eterno de hierba florida.
Polvo
Dispersa como polvo leve
cae la penumbra sobre el día dorado
cae el temor en mi alma
en mi alma entristecida.
En la oscuridad están en un puño
el claro día y el alma toda.
El viento suspira tímido
donde encontramos la felicidad.
Mientras vivas
Mientras vivas, serás el estorbo en tu camino
te haces sombra en la luz, mientras vivas,
en tu conmiseración, tu eterno error
ay, todos te ven manchada.
Y es cierto, sabes que estás manchada,
tu herida sangrante se va pudriendo,
tu profunda herida de la vida misma,
que no está limpia siquiera en los bordes.
Tu rostro se transfigura por el sudor y el polvo
¿quién ha de reconocerte, mientras vivas?
Bien cuando muerta, seria y retraída,
flotas en el vapor entre las velas,
entonces ya no estorbas tu camino,
y tu rostro está limpio y a la luz,
tu otro dirá en silencio bondadoso:
“Sí, ésta es ella. Y también soy yo.”
¿Y no es extraño…?
Las noches son más serias y más frías,
aunque agosto acaba de empezar
y pienso que por fin y a fin de cuentas
soplará pronto el viento del otoño.
¿Y no es extraño? Flores y capullos
marchitan y se pierden en el polvo húmedo
y sin embargo –raro–, aún vive la vida,
en las entrañas de la tierra espera el recio brote.
Y la tierra sola, indescifrable,
se hunde bajo las olas de nieve,
pero aún sabe, en su deseo incansable,
que el mundo vuelve a entibiarse y a clarear.
Entonces será como el pez de Jonás,
arrojará al día su presa robada.
Su prole verde de lo bajo hacia la cima
peregrina sana, robusta por el sol.
Por eso no me importa si en agosto
por la noche el otoño ya nos mira.
¡Qué me importa mi época fría, larga, estéril!
¡Qué me importa el negro sepulcro fauce de pez!
Quien está vivo, vivo sale de todos los cambios.
Dios oscuro
El deseo, enfermizo, me estremece tan fuerte
me ahoga y rebasa de corazón a boca
se ríe todo en mí como de miedo
y de felicidad llora y solloza.
En medio de la noche llegó un dios oscuro
volvió a poner su mano sobre mi pecho;
mi cuerpo quedó inerme como un junco
y mi sangre palpita a su merced.
“¡Canta!” ordena. Y mi latir es más fuerte
–el silencio es sonoro–. Me hago oír
–¿en secreto mandato todo canta?–
Como si un fuerte viento de allende la frontera
en el bosque soplara, oigo un murmullo.
Y el dios oscuro dice: “Serás mía,
como fuiste en el alba de tus días,
aún lozana, no tocada por la luz,
que enciende el alma cuando abrasa.
Como un gran pájaro rondé todas tus noches
mis alas susurraron sobre ti,
y a la mañana tus sentidos blandos
se reavivaron y en ellos yo vertí
mágicas gotas de mi propio elixir,
y hasta el tuétano embebí tu crecimiento;
ensayé sobre ti todo poder
y aún eres mía, mía más que tuya,
y mía serás hasta el misterio de la desintegración.
Relámpagos. De nuevo. Veo el paisaje
que se despliega oscuro en esta noche;
con el trueno veo el río y la llanura,
montañas con sus riscos hacia abajo.
Salvaje y susurrante el dios oscuro
estrecho y prieto se alza entre los truenos
lo reconozco: él es la mi vida
y es el comienzo y completa el círculo
felicidad y dolor en él se enlazan.
Concita el canto de los pájaros desde sus nidos
y el sonido de estrellas en el cielo nocturno.
Todo lo teje en coro. Cuando desaparece,
el silencio somete lo creado, y lo arroja al vacío.
Y me estremece el corazón diciendo:
“El dios de luz quemante y hierbas florecidas,
Tras juegos dulces y sangrientos, te dejó.
sangrando él mismo por tus heridas.
Jamás te he abandonado yo
y no te dejo. Sólo en la hora
cuando la muerte te llame a la puerta,
me voy. Y cuando parta, tendrás silencio y frío
como en la helada planicie del norte,
para que si el pasaje está para ti abierto,
te encuentre muerta la muerte sorprendida.
Entre las sombras mudas partirá contigo,
entonces gritará a lo lejos este pájaro oscuro.”