Poemas de En los dientes aluminio, tiza en la boca, (Na zobeh aluminij, na ustnicah kreda, 2012) de Kristina Hočevar
tú te miras hacia atrás; a veces en voz alta, otras veces son los leones marinos.
alguien habla de color de tus ojos y tú miras hacia atrás, en voz alta.
conforme estás sentada con las chicas en la acera cuando alguien te dice
que tus leones marinos son demasiado altos. estupendo. estás cazando tu propio ojo
y mientras tanto alguien te grita que los leones marinos son demasiado altos.
extiendes los brazos alrededor de todas las sillas, pones el carbón bajo la mesa y también
el ojo
por fin logras cazar;
aunque no en voz baja.
las quemaduras de tus muslos pueden observarse de lejos aunque no lleves falda.
los brazos las cintas que atan
los árboles a cada puente nuevo. destapa la ciudad y libera la carretera
para que al caer
en mi frente el sol deje dos puños de calor.
eres un niño porque tu llanto como arroyo gutural corre por debajo de las mesas de la clase.
siendo niño tu rostro es más grande que la inspiración. los asientos revientan cuando te columpias.
y no duermes noches noches. has visto la mano, alguien no la ha sacado del vestido.
has oído las palabras, alguien no las ha puesto en la hierba. y los juegos y las palabras no son
la suavidad para resolver.
eres un niño concluido. en todas las salas de calderas
serás un niño cada vez más gris.
hay cada vez más palomas. habrá que cerrar las ventanas fuerte y estrechamente,
dar portazos. aunque el arcoiris de veletas gira en todas direcciones
en las que miro, no ahuyenta el aleteo.
estoy en cuclillas sin vistas
mientras que anuncian que alguien lanza las burbujas de jabón entre la oscuridad de día y noche.
no obstante, no hay movimiento entre la oscuridad de día y noche
que desollara las palomas.
en los cristales
de los restos del sol
o acaso
principios del continente:
lloviznas y no hay altura donde no te arqueas
nadie
porque no quiero y no hay tal
que te cubra la espalda
los pingüinos no son las garzas
aunque sean de plástico;
y sus aletas me empujan hacia el oriente:
donde debajo del mar blanco hay un mar verde y me resbalo mucho
más rápido que se esconde el monte.
a veces escuchas la música y levantas los brazos cuando estás al lado del podio. te abres
al cuento
dejando el cuerpo al juego. a veces bebes algo, pero aún así, puesta sobre
los espejos
no tienes ganas de hablar. crees que la música tiene más sentido. y más sentido aún
tiene cavar las trincheras. a veces por eso levantas los brazos
y bebes algo; dejas el cuerpo en el juego.
ni soy aula ni tengo clase. los hombros son porque quiero la leña.
aproxímate como un estado permanente de tormenta.
respondo con fidelidad
y extiendo los brazos. pero no tengo programa
ni paciencia:
para el monopoli y una muñeca de rascacielos con dedos frágiles.
déjate llevar
cuando la próxima vez esté a cuatro patas.
en el antaño querías llevar a gente al centeno, ahora intercambias sólo con aquellos
que ya están allí. tal vez compartís las sogas, tal vez los animales.
a veces actuáis en la misma película. entonces le das una patada al círculo
para que eche a rodar:
no obstante el hoz
lo corta junto con el centeno.
no nos faltas, pero al menos dos estamos tristes que alguien en la puerta de entrada
dibujo con espray la esvástica. si fuéramos los eskins, los nacis, los niños, pero no.
estás sentado en casa, observas el cambio de tus huesudas manos sensibles. y cuando tu cabello
está suelto, parece muerto. de palabras no puede llenarse la tarde, lo trituran
las naranjas. huele a cebada, comparamos las metrópolis, todos buscamos salidas provisionales.
y tú, tú estás exportada la mayoría del tiempo, nuevos medicamentos, animales, poemas, dejas
a un amigo nuevo en la misma línea, en el ataúd delante de la puerta pulida mientras que la gente
se está perdiendo en las hendeduras de los autómatas, no tan sonante como las fichas de papel.
igual que los chicos en la cola de señores que beben la leche con cerveza,
igual que las chicas que se sientan en las rodillas de señores y señoras
que beben la cerveza con leche, crece la historia de cuestas planificadas
y se construyen con adulaciones. se sorba la juventud mientras que las arrugas,
las líneas de emociones y trabajo, se allanan: brillan con orgasmos de admiración,
con suspiros de altos señores y señoras.
buscar la manera de prolongar las colas
con las inyecciones de sangre embriagada.