Poemas de Anja Golob
QUÉ ES LO QUE NECESITO
Don’t want nothing that don’t belong to us
Don’t want nothing we can live without
Tindersticks: This Fire of Autumn
Algo que me proteja de la lluvia, de la nieve, del viento:
un toldo, un techo, un muro, una tela.
Necesito agua corriente. Unos cuantos pantalones. Una manta. Un pañuelo.
Un agujero en el suelo para que la comida no se estropee,
otro agujero en el suelo para los excrementos.
Algo sobre lo que poner el cuerpo cuando esté cansada:
una franja seca del suelo, un colchón, un futón, una hamaca.
Necesito papel, papel, algo para escribir, papel, algo para escribir, sellos.
Necesito tranquilidad. Té, cantidades de té con una pizca de leche.
Un nuevo libro de vez en cuando.
Y necesito un brazo que no sea mío, una mano para que me
acaricie la entrepierna, la espalda, el cabello. Tal vez
un cuerpo para que se eche a mi lado, se funda con el mío en algo
majestuoso. Y que eso luego se descomponga. Necesito un toque
que germine la soledad. Necesito el vacío. No es mucho.
Y creo un mundo, un mundo propio entre los mundos,
un cuerpo, un árbol, un cielo, un intercambio de miradas conmigo misma.
No es mucho. Lo básico.
LA FISURA
Al niño hay que decirle cien veces que
todo irá bien, lo cual no es nada fácil.
A lo largo del año hacemos mentalmente el equipaje para
ir a la costa, aprendemos a contar los meses para que
los vestidos se vuelvan más finos y las capas se reduzcan,
nos inquieta el cambio de hora
hacia delante, apenas logramos controlarnos. La vida tiene
un poder inaudible, todopoderoso, igual que
la naturaleza, mientras que, en nuestra cobardía,
nos inventamos todo tipo de pasatiempos y ocupaciones
para que no tengamos que pensar en ello, para que
no tengamos que tomarlo de veras en serio. Pero igual que
ese fino chorro de leche vertido en el té caliente, que sabe
exactamente cómo distribuirse con insistencia a fin de
teñir todo el contenido poco a poco con
un tono más claro, en nuestro interior sabemos hacia qué y adónde
nos dirige la esperanza. El hueso de aguacate que,
en la repisa de la ventana, hundido en el agua, durante
semanas ofrece una lección de paciencia,
antes de que el niño dentro de nosotros pueda divisar,
en su desconfianza, y volver a comprobar, gritar a todo pulmón
y luego señalar con el dedo y saltar,
la fisura. Esta debería ser la señal –que aparezca la ruptura
para que empecemos a contar cuántos días nos quedan.
CARTAS A M
Da li sam ti ikad rekla, da te volim?
Josipa Lisac (Dnevnik jedne ljubavi)
I
Tal vez es plano mi amor, puede ser que
tu corazón sea plano – es oscuro, le sobra
la luz, la corriente, dime, exprésate, háblame, corazón.
Si lo miras bien le salen por debajo, justo sobre la tierra,
muchas crisálidas pequeñas, ¿las ves? Ni idea de dónde
vienen, son pequeñas, pero son muchas y esto
me preocupa. ¿Cómo estás? Aquí me atrapaste, en el cómo estás.
Entre los dientes cogiste a ciegas el ça va, cuando me diste
en el músculo. Ahora es amarillo, se ve, ese ça va,
cercado por dos salchichas de un claro color amarillo,
como un logo de pepsi o de tabaco. Ça va, ça va,
ça va bien. Qué tópico tan maravilloso. Y la frase por
obligación continúa con être moi, ser yo, aunque
no lo soy, esta no soy yo, es algo que toca los bordes
del mismo cuerpo, pero no es yo, en la cueva, hasta el colmo
llena de copos rotos de algo, de una sustancia,
de algo, algo corroído, mojado de algo,
de algo que huele a podrido, a lisol, penetran desde
todos lados los pequeños átomos del mundo exterior; se rompe
dondequiera que toques. Ça va être moi, ça va être
le silence. Poco a poco succionarán la planta, apretada
en el tiesto, los átomos pequeños del mundo exterior
que se están pegando, y la epidermis, antes sólida, tensa,
se contrae, se abre. Poco a poco, pero seguro, las crisálidas
alcanzarán su objetivo. ¿Cómo estás? Para respirar. Aspiración, expiración,
adentro, afuera, arriba, abajo. Devorando el oxígeno y cambiándolo
a CO2; así soy, así es este être, este es el espectro
de la presencia. Que bajo a comprarme una lupa al bazar
y examino el tallo en contacto con la tierra.
Hay cada día más. Se arrastran unas sobre otras, se unen, pegándose en
copos para que parezcan todavía más horrorosas. Ça va être le
silence. Un recipiente del que crece el tallo recién
trasplantado de una fina orquídea con dos flores, tiene forma oval y
es amarilla. No es como el corazón, solo es. Plana. Plana.
II
Entre nous. Una semana de silencio, un mes de silencio, un año de silencio,
una eternidad de silencio. En silencio te abrazo, callada, dugo
ljubim u usta, držeći tvoju glavu u svojim rukama.
Ti zatvaraš oči, posmatram još neko vreme tvoje
lice, zatim ponovo sedam na svoj sto: kasno je,1
entre nosotros, tarde, pero no hay prisa. Entre
nous, entre, le silence.
III
Metros cúbicos de agua tranquila. Mares de ríos, ríos subterráneos, arroyos,
lagos, charcos, lluvia que rompe contra el vidrio del ático, lágrimas que
sobre la marcha está secando el viento. Inundaciones de palabras calladas, todos los
besos, saliva, todo tipo de secreciones, líquidos de dos cuerpos, toda
agua muda, resbaladiza, lisa, que separa una ribera de la
otra. Lo que no es duro y no es aliento, lo que se mezcla, lo que
llena el espacio del todo, lo que corre, se reúne corriendo, confluye,
lo que gotea, lo que moja, humedece, hierve, espuma, salpica,
lo que se dobla en la ondulación, lo que se evapora, lo que se congela,
lo que conduce pero lo hace mal, lo que llena y vacía lo poroso.
Lo que compone dos, el uno una vez, el segundo dos veces,
lo que da la vida y la quita a veces, esta agua que
lo lleva todo, lo soporta todo, lo rodea todo, lo imprime todo en su
memoria. No te doy esta agua. No te la doy. ¿Qué es lo que no entiendes?
Se está nublando, dices. Va a llover, asiento con la cabeza. Está anocheciendo.
Escucho el mundo de fuera, mudos golpes de los bichos que,
en una ilusión embriagadora, chocan contra los vidrios.
Va a llover. El aire se vuelve dulce, pesado, aprieta el suelo, el tiempo
confluye en una huella débil de la esperanza, el mundo se está parando,
la tarima se está preparando. Todo lo que es, lo que fue y lo que será
espera con el aliento contenido. No te doy esta agua.
Y luego casi con solemnidad cae en la noche del todo abierta
la primera gota. Se estrella contra el hormigón y encarrila el mundo,
esta agua. Esta agua, corazones planos. El sigilo, el silencio. Las flores
en tiestos. El mar, el lago. Šta da ti pričam.2
Lo que habrá de decir un hombre viejo al álamo,
lo que me digo a mí misma cuando de veras, de veras duele:
Ne daj se, dušo3.
1 Texto en croata: “durante un rato / te beso en la boca, sosteniendo tu cabeza con mis manos. / Tú cierras los ojos, durante un rato observo tu / cara y luego vuelvo a sentarme a mi mesa: es tarde” (Nota de la traductora)
2 Texto en croata: “No hace falta hablar.” (Nota de la traductora).
3 Texto en croata: “No te rindas, mi amor.”
DARPA
Ji ra faila soeni
ti le te para radi ri darpa
Wim Mertens: Darpa
¡Ay, y Bélgica, Darpa para siempre!
Un hombre que, en medio de un vasto prado,
en un vestido elegante, con un frac, un sombrero,
una pajarita, de frente limpia, está tocando a todo
volumen para las vacas y sonríe tiernamente.
La alegría universal obtiene forma de voz,
en ninguna otra cosa pudo haberse resumido.
Todo se queda al borde, tropezando, pero sin
causar daño, como en algún cuadro de Magritte.
Como un león lleno de dignidad, un ángel pensativo,
una melancolía amarilla, como un mar de vacas en la llanura.
Entallados golpes sonoros, el compás roto de la monotonía
de un día, cuyos trozos se clavan en la neuma
del corazón, la piel, su ritmo – una ondulación fortificada,
añicos, surcos finos, colmillos de fieras, siluetas cortantes
de corneja cazando, llamas de fuego, un martillo lanzado por el
lanzador que da vueltas antes de terminar aplastando el suelo,
sombras gruñonas de una temprana tarde en la que arde el sol,
las finas piernas de los opiliones, chistes ingeniosos, flechas disparadas,
el viento, el viento. Y luego una silenciosa siembra, un misterioso milagro de consumación
de color naranja, escarlata, es lo que veo, y las palas que rítmicamente
se clavan en la dócil tierra. Como un desfile de libertad.
Y para colmo, una bola de aire puro, de la nada, equivocada,
y este error que es tan perfecto que escuece ya al nacer.
¡Ay, y Bélgica! Darpa, Darpa. Los ciclos que provoca la suerte al
hacerse carne. Una lección de amalgama de corazas. Una totalidad molesta.
Al niño le acabamos de comprar el cubo más grande de legos y sentados
en el sofá, sorbiendo café, observamos cómo en la alfombra
delante de la tele está naciendo un mundo, cómo la belleza pura extiende los tentáculos
para poder, después de un silencio cauto, tocar, acariciar y
reconocer en un grito inarticulado: ¡Darpa! ¡Darpa! No digas
nada. Cualquier palabra lo estropearía todo, esto ocurre antes,
antes de la palabra. Ven, ven. Ven, Darpa, toma.
Este asiento todavía está libre.
OTOÑECE
Me tumbo aquí. Los robles arden al sol, oscureciéndose como silenciosos
guardianes del universo. Hace frío, los lejanos montes de vidrio
sobre el lago se ponen con solemnidad abrigos azulados.
Me tumbo aquí. Sobre la casa vuela bajo una bandada de patos.
La hierba ha sido podada, un perro corre por ella, moviendo la cola,
Frank, su amo, lleva tras él, en el regazo, unas ramas cortadas.
Cada ángel es terrible -yo tambiénaunque
no pido el amor incondicional ni tampoco
la libertad absoluta, aún así.
Estoy tumbada aquí y pegando a la chaqueta las hojas caídas,
le pongo a la frente del siglo un rizo cándido de seda.
Serafines, querubines, ¡pobres aprendices de mi majestad!
Estoy tumbada aquí. Muevo los brazos y me hago la muerta mientras
el otoño cae levemente sobre mí.