Mi padre, un kulak socialista (Moj ata, socialistični kulak, 1983) de Tone Partljič
Esta comedia trágica sobre la propiedad de la tierra se desarrolla entre los años 1945 y 1948, después de la segunda guerra mundial, en Maribor y sus alrededores. Una historia de nosotros y los otros, y sobre los cambios en el poder que confunden hasta los más fieles partidarios del nuevo sistema.
Personajes:
Padre, Jože Malek, 40 años.
Madre, Mimika Malek, 38 años.
Olga, hija, 17 años.
Tinček, hijo “poeta”, 10 años.
Cura.
La Flor de la Parroquia.
Medved, campesino.
Maestra.
Edo, miliciano.
Compañero del pueblo.
Presidente del Comité Local del Pueblo
I
La vuelta
Es una casa pobre de barro. Se puede ver una parte de la cocina y del jardín. Dentro de los posible, durante la obra, la casa mejora de aspecto. En las paredes hay estampas religiosas colgadas, las cuales no muestran una religiosidad exagerada pero tienen el fin decorativo de una casa rural donde no puede faltar un crucifijo en algún rincón y una bella imagen colorida de la virgen María con el niño Jesús. En la cocina —que al mismo tiempo hace la función de “sala de estar”— hay varios muebles, como una mesa y un baúl, probablemente también un aparador… En el terreno delante de la casa, un tocón ancho para cortar madera; puede haber también una especie de acera que separa la carretera del terreno de la casa. Lentamente se pone el sol y en el umbral de la puerta hay dos niños sentados. Olga está haciéndose una chica mayor pues ya tiene diecisiete años; el chico a su lado es su hermano menor.
Olga: Hoy ya no vendrá.
Tinček: ¿Por qué no?
Olga: ¡Cómo va a volver de noche!
Tinček: ¿Y por qué no podría volver al anochecer?
Olga: Porque no. Ahora es peligroso andar en la oscuridad. Además siempre me he imaginado que volverá de madrugada. Mamá nos pondrá la leche en la mesa y se abrirá la puerta y nuestro padre aparecerá en el umbral.
Tinček: Todavía está a tiempo. No es exactamente de noche. Mira cómo se pone el sol tras la sierra de Urban.
Olga: Está a punto de desaparecer.
Tinček: Le falta muy poco. ¡Qué suerte tiene la gente de Urban!
Olga: ¿Por qué?
Tinček: Cuando se pone el sol pueden cogerlo con las manos.
Olga: Tú sí que sabes … Es solo un efecto óptico.
Tinček: ¿Y si no vuelve al salir?
Olga: ¡Qué pamplinas dices! ¡Nunca más digas tonterías!
Tinček: ¿Y si desaparecen familias como los Frason, los Gorjup, los Špesov…?
Olga: Han recibido un mensaje de que sus hijos han caído en el frente de batalla. Nuestro padre no ha fallecido, solamente ha huido al bando de los rusos, ¡y tú bien lo sabes!
Tinček: Los alemanes dicen que ha desaparecido.
Olga: Bueno, desaparecido sí, pero no ha muerto, ¿entiendes? Está desaparecido porque ha huido buscando las tropas de Stalin, ¿entiendes?
(Silencio).
Tinček: Fíjate, ahora ha bajado por completo. Pero en Urban aún lo pueden ver.
Olga: ¡Vamos a entrar!
Tinček: ¡No, esperemos! Mamá está a punto de llegar. Tengo hambre.
Olga: Ten paciencia. Traerá algo de comer.
Tinček: ¿Por qué se retrasa? Dijo que era peligroso salir de noche…
Olga: Trabaja en casa de los Medved hasta caer la noche.
Tinček: Oye, parece que viene alguien…
Olga: ¿Qué?
Tinček: Oigo pasos. Tal vez sea nuestro padre.
(Los dos niños aguzan el oído).
Tinček: Papá, ¿eres tú?
Vanč: ¡Qué papá ni qué leches! ¡Muerte al fascismo!
Tinček y Olga a la vez: ¡Dios te salve!
Vanč: ¡Os voy a dar una paliza con el Dios te salve! Ahora se saluda así: ¡Muerte al fascismo! Y vosotros respondéis con ¡Libertad para el pueblo! ¿Entendido? Vamos a intentarlo. ¡Muerte al fascismo!
Tinček y Olga a la vez: ¡Libertad para el pueblo!
Tinček: ¡Dios te salve!
Vanč: ¡Y dale con el Dios te salve! Por lo menos tú, Olga, deberías saber que… ¿No eres militante juvenil? ¿Pensaba que ibas al colectivo juvenil?
Olga: Mamá dice que es mejor que no. Hasta que no vuelva nuestro padre debería olvidarme de las reuniones. Tal vez me miren mal porque él ha servido en el ejército alemán.
Vanč: ¡Dios mío! ¡No, Dios no!
Tinček: ¡Muerte al fascismo!
Vanč: ¿Pero estáis locos? Vuestro padre nunca estuvo en el ejército alemán. Fue a la fuerza movilizado por las tropas alemanas. De allí huyó al bando del célebre Ejército Rojo de Obreros y Campesinos. De Stalin. ¿Entendéis? ¡Tal vez ha caído en batalla como bolchevique! ¡A lo mejor ha tenido esa suerte!
Olga: ¡Pero qué dices! Se lo voy a contar a mamá.
Vanč: Por cierto, ¿dónde está?
Olga: En casa de los Medved.
Vanč: ¿Allí ¿Por qué?
Tinček: De ahí trae la comida.
Olga: Leche y pan.
Vanč: Medved es un kulak…, ¡recordadlo siempre! Pronto le van a quitar todo lo que tiene… ¡Nosotros, los rojos, nosotros, los bolcheviques, los camaradas comunistas! Que vuestra madre nunca se arrodille ante un kulak, decidle eso. Dentro de nada vamos a crear koljós y tierra para los que la trabajan.
Mamá: (aparece de la oscuridad). Que también me den leche y pan esas granjas colectivas tuyas, Vanč. Entonces no hará falta trabajar en casa de los kulaks. De palabras solamente no se llena el buche.
Vanč: Todo a su debido tiempo, Mimika, todo a su debido tiempo…, no solamente habrá leche y pan, sino también carne, luz y hasta postres. Cada uno obtendrá según sus necesidades, Mimika. Estamos empezando, ya sabes. Estamos al principio del comunismo. Faltan ciertas cosas pero … en la siguiente fase… Ya verás, dentro de diez años no habrá carencias. En lugar de privaciones, Mimika, ¡tendremos comunismo!
Mamá: Vanč, me parece que te han comido el coco con tanta palabrería.
Vanč: ¡Pamplinas! Dentro de un año, dos, como mucho…, ¡habrá abundancia! Habrá que tirar la carne porque sobrará.
Mamá: Eso nunca hubo ni habrá.
Vanč: Lo habrá en el comunismo… ¡Va a sobrar carne!
Mamá: Vamos a entrar. Tengo que preparar la cena. Chicos…
(Mamá entra en la casa y Vanč va detrás de ella; los chicos se quedan sentados delante de la puerta).
Vanč: ¡Esperad un momento! Tengo que decirle algo en privado a vuestra madre.
(Vanč entra y saca un pedazo de carne de debajo de la chaqueta).
Vanč: Toma, Mimika. Para que luego no digas que no hay carne… Esto solo es el principio.
Mamá: ¡Qué locura, Vanč! ¿De dónde lo has sacado?
Vanč: ¿De dónde? Los Potrči han hecho una matanza clandestina. Me lo dieron para que me callara la boca. ¡Para que no dijera nada al Comité Local del Pueblo! No quise aceptarlo… Para mí… Por eso te lo he traído, Mimika. Así quiero demostrarte cómo me ocuparé de ti y de los niños cuando Jože falte…
Mamá: Vanč, que no te oiga ni una palabra más…
Vanč: Fue el propio Jože el que me pidió que te ayudara si él no estaba…
Mamá: Muchas gracias, Vanč, por la carne… Otro tipo de ayuda no me hace falta. Vanč: Mimika, ¿por qué eres así? Cuando él falte, yo puedo esperar unos diez años y…
Mamá: ¡Olga, Tinček, entrad!
(Los chicos entran).
Tinček: ¿Por qué nos dijo el tito Vanč que no podíamos entrar?
Mamá: No tiene importancia. Hablamos de política. Esto hay que hacerlo en privado.
Olga: Después de la guerra, entonces, la gente hablará en la intimidad de asuntos políticos… ¿Van a contarse las cosas al oído?
Vanč: Eso digo yo también, Mimika; deberías educar a los chicos de una forma más inteligente. ¿No ves lo que están preguntando? Hoy día hay que ser precavidos con lo que decimos. También hay que saludar de otra forma.
Mamá: ¡Qué dices, Vanč! ¿Cómo que saludar de otra forma?
Vanč: Ya no se puede decir Dios te salve.
Mamá: Entonces, ¿qué?
Vanč: (Hace una demostración.) Así … ¡Muerte al fascismo!
Olga y Tinček: ¡Libertad para el pueblo!
Mamá (riéndose): ¡Por Dios! Vanč, ahora eres más rojo que un comunista.
Vanč (ofendido): No soy comunista, era activista. Y sigo siendo activista y miembro del Comité Local del Pueblo. Y puedo hacer muchas cosas por vosotros y naturalmente por ti…
Mamá: Vanč, por favor, ¡ya nos apañaremos!
Vanč: Como tú digas, pero voy a decirte algo delante de los críos. Tienes que tener más cuidado porque ahora estamos en un período de transición. Hay que tener más precaución hasta que no estemos del todo en el comunismo. ¿Acaso crees que en el Comité no me han preguntado por qué mi primo está en el ejército alemán?
Mamá: Pero si se ha pasado al bando de los rusos.
Vanč: Lo sé, lo sé, y eso mismo les he dicho. Me han preguntado cómo es posible que los alemanes obtuvieran agua… Vinieron a pedirte agua y tú vas y les das agua, ¡hay que ver!
Olga: ¿Y si nuestro padre también ha ido pidiendo agua por Alemania?
Vanč: Pero ellos eran los ocupadores y los imperialistas…
Mamá: Esos pobres que huían de vuelta a casa no eran ni imperialistas ni nada. He visto que eran alemanes, claro. Pero los búlgaros no solamente se llevaron agua, sino todo lo que pillaron. Los alemanes, por lo menos, la pidieron con buenos modales. Además, como dice Olga: Tal vez mi Jože, en alguna parte de Alemania, Hungría o Dios sabe dónde en Rusia, también ha pedido agua y no se han negado a dársela. Me dio pena de ellos, como personas, entiendes, ¡no como alemanes!
Vanč: Ya… ya. Muy bonito todo eso pero políticamente correcto no lo es. Ahora hay que tener cuidado. ¡También tú! Envía a Olga enseguida a las reuniones del comité juvenil, a lo mejor puedes hacerlo mañana mismo… No trabajes más en casa de los kulaks, ¿entiendes? Si necesitas algo, me lo dices, y lo arreglo…
Mamá: Sé que eres una buena persona, Vanč. Pero no puedo vivir de lo que me traigas, mejor ten cuidado tú que no te pillen, si no lo vas a pagar muy caro. Nosotros nos apañamos con leche y pan, cada día. Tengo que trabajar en casa de un kulak hasta que vuelva Jože. ¿De qué me sirve tu carne si luego tengo que decirle a los niños que no cuenten por ahí que la hemos comido?
Tinček: ¿Has traído carne? Gracias…
Olga: ¿De dónde la has sacado, Vanč?
Mamá: Silencio, chicos, son asuntos que no os incumben. No se lo digáis a nadie. Hay que tener cuidado, ¿verdad?
Vanč: ¡No te hagas la loca! Puedo cuidar un poco de vosotros. Puedo echarte una mano, ¿entiendes? Orientarte. Me voy. Tengo una reunión del Comité Local del Pueblo. ¡Muerte al fascismo!
Tinček y Olga a la vez: ¡Libertad para el pueblo!
(Vanč se va. La madre le da dos pedazos de pan a los niños y una taza de leche).
Mamá: A comer y luego a la cama.
Tinček: Mamá, o sea, Vanč ha obtenido carne y nos la ha traído …
Mamá: Sí.
Tinček: ¿Y por qué no la pones en la mesa?
Mamá: El domingo.
Olga: ¿De dónde ha salido?
Mamá: No lo sé. ¡No hagáis preguntas! Cuantas menos, mejor. Vanč ha corrido un riesgo y ha obtenido carne para nosotros.
Olga: ¿Riesgo? Eso lo hace porque te quiere…
Mamá: Olga, ¡que no te oiga más!
Olga: Es verdad. Yo sé que tú no a él… Parece que no te alegras de que papá vuelva del ejército.
Tinček: ¿Por qué el tito Vanč no ha ido al frente? ¿Y papá sí?
Olga: ¡Porque es muy bruto!
Tinček: ¿Los activistas son brutos?
Mamá: Cerrad el pico y a comer. Tú, Olga, mañana me acompañas a casa de los Medved. Hay mucha faena en la huerta y por mucho que hablen de revoluciones y demás, esa casa y esas tierras siguen siendo de los Medved. Me preguntan siempre por qué no apareces por allí. Como no está vuestro padre, no podemos quedar mal. Tinček se quedará en casa esperando a papá.
Olga: Mamá…, pero si Medved es un kulak y un oportunista. Yo voy a la reunión.
Mamá: Tú vas mañana conmigo a trabajar y punto.
Tinček: Vanč dice que Medved es un kulak y que le van a quitar todo lo que tiene.
Mamá: Puede que sea un kulak pero tú sigue comiendo. Sigue comiendo el pan de un kulak. Si no te apetece, ¡lo dejas!
Tinček: Voy a comérmelo todo. ¡Hay que acabar con los kulaks! (y le da un bocado al pan.)
Mamá: (se sienta y observa a sus retoños). Todos han vuelto menos vuestro padre. Ya han pasado dos meses de la guerra.
Tinček: Mamá, léenos otra vez la carta de papá. La última…
Mamá: Pero si os la he leído mil veces.
Tinček: Da igual.
Mamá: (saca una carta del cajón y empieza a leer). “Querida Mimika. No tengo mucho tiempo. Nosotros también estamos en el frente. Los rusos están muy cerca. Haré lo que te he dicho. Pase lo que pase. Creo que voy a salir con vida porque llevo la imagen de la virgen María. Espérame en casa. Cuídate y cuida a nuestros hijos, Olga y Tinček. Ojalá no paséis hambre. Espero que estéis bien. Si hay algún apuro, que te ayude mi primo Vanč, me lo ha prometido. Tengo que irme porque ha empezado de nuevo “la batuta de Stalin”. Besos para mis hijos. Tu Jožek.”
(Silencio).
Mamá: ¿Por qué escribe esto? Si los alemanes leen la carta pueden entender que quiere escapar y pueden matarlo por desertor. A lo mejor los rusos lo han ejecutado cuando fue hacia ellos vestido de soldado alemán. ¿Y si antes cayó en batalla?
Olga: ¿A lo mejor se encuentra en cautiverio ruso?
Mamá: Tres ya han vuelto. ¿Y si él no vuelve?
Olga: ¡Mamá!
Tinček: Va a volver una noche como esta cuando se ponga el sol en Urban. Nosotros estaremos sentados como ahora y a punto de acostarnos…
Olga: No, volverá de madrugada cuando nos levantemos. Tú abrirás la puerta y…
Mamá: Da igual, si de noche o de mañana. Solamente que venga con vida, hijos míos.
Tinček: Vivo, claro. Ya que muerto no puede ir muy lejos.
Olga: ¡Cállate, idiota!
Tinček: Si ha dicho que tiene que venir vivo… Muerto no podrá, ¿verdad, mamá?
Mamá: Está bien. ¡A dormir!
Tinček: Muerto solamente puede aparecer de noche y llamar a la ventana… ¡Y asustarnos, verdad mamá!
Mamá: Cierra la boca, filósofo y acuéstate. Son tiempos difíciles y no es bueno tener la luz encendida de noche.
(Mamá va en busca de una lámpara de petróleo y los chicos se preparan para acostarse).
(De repente llaman a la ventana).
Mamá: ¡Jesús mío! ¿Pero así se llama a una ventana? No vamos a abrir. Hay todo tipo de gente matándose por ahí: pandillas, cruzados, el ejército negro de Hungría…
Tinček: ¿El ejército de qué…?
Mamá: Psssst!
Mamá: ¿Quién es?
Voz: ¡Hola! ¿Aquí viven los Malek?
Mamá: ¿Quién es?
(Silencio. Se ve la silueta de un hombre que se encamina hacia la puerta y llama.)
Padre: ¡Mimika! ¡Mimika!
(En la habitación se oye un grito, casi de otro planeta).
Mamá: ¡Jože! ¡Jože! ¡Jože!
(Se abre la puerta y todos salen corriendo al terreno y se besan y se abrazan…)
Mamá: Jože, ¡estás vivo!
Padre: ¿Todos sanos? ¿Estáis bien?
Tinček: ¡Papá, papá!
Olga: Papá, pensaba que volverías por la mañana.
Padre: He vuelto a pie desde Szhombathey.
(Entran en casa todo excitados).
Padre: A ver que os vea. Después de dos años he vuelto a mi propia casa. Aunque no es exactamente nuestra propiedad, sí la he llevado siempre dentro de mí. Niños, Mimika, acercaos.
(Todos se juntan alrededor de él en un banco. El padre los acaricia. Los niños y la madre lloran pero nadie sabe por qué. De felicidad, se supone. Aparecen de nuevo las risas).
Tinček: Papá, ¿vas a quedarte para siempre con nosotros?
Padre: ¡Claro que sí!
Tinček: Entonces, ¡por qué lloráis! Mamá, ¿no estás contenta?
Mamá: Sí, Tinček, sabes muy bien que sí…
Tinček: Entonces hay que sonreír. Si estamos contentos, nos reímos. Lloramos cuando estamos tristes. ¿No es así, papá?
Mamá: Anda, cierra la boca, filósofo.
Tinček: Acabo de hacerte un poema, papá. ¿Te lo recito?
Padre: ¡Adelante!
Olga: Tinček, no nos atormentes con tus poemas…
Padre: ¡Que lo cuente!
Tinček:(se prepara y recita):
“Ha sido volver mi papá
y la casa sabe a gloria.”
Mamá: No sé lo que le pasa. Siempre anda escribiendo poemas. ¡Dios mío!, pero si tendrás hambre …
Padre: Pues no tengo.
Mamá: Solo hay leche y pan. De … De los Medved. ¡Pero mañana hay carne!
Padre: ¿Carne?
Tinček: El tito Vanč la ha traído. Pero no se lo podemos decir a nadie …
Padre: ¿Vanč?
Mamá: Sí, así es, los Potrč han hecho una matanza en secreto y le han dado un trozo para que no se vaya de la lengua.
Olga: Vanč ahora es miembro del Comité Local del Pueblo.
Padre: ¿El Comité…?
Olga: … Local del Pueblo.
Padre: ¿Y cómo ha llegado hasta ahí?
Mamá: Era activista.
Padre: Siempre supe que Vanč iba a parar en algún sitio. Menos mal que no sirve para el ejército.
Mamá: Come, Jože.
Padre: Hijos míos, os voy a contar algo que me ha enseñado el ejército. Da igual si toca comer tres patatas al día, lo importante es que haya paz. Tres patatas cocidas. Más no necesitamos.
Tinček: Va a haber tanta carne, dice Vanč, que vamos a tener que tirarla …
Olga: Sí, así mismo. Cuando estemos en el comunismo.
Padre: No me digas.
Tinček: Papá, ¿te has pasado al bando ruso?
Padre: Claro.
Mamá: ¿Por qué no has escrito?
Padre: Sí lo he hecho. Desde Budafok. Pero en Rusia el correo no iba a ninguna parte.
Mamá: ¿Pasaste apuros con los rusos?
Padre: No. Ellos me querían. Ni siquiera estuve en un campamento.
Olga: ¿Que no estuviste en un campamento?
Padre: No. Porque era esloveno, yugoslavo. Era como si fuera uno más, uno de sus propios soldados, un bolchevique. Sí, ¡yo he servido a Stalin!
Mamá: ¿Y por qué no has vuelto antes?
Padre: No me dejaron. Me retuvieron.
Mamá: Mañana seguimos hablando. Papá está cansado.
Padre: ¡Qué va! ¡Estoy en casa! ¡Cuánto has crecido, Olga! Eres una muchacha de verdad. Ahora te fijarás en los chicos.
Olga: Bueno… Lo importante es que hayas vuelto. No me hace falta un novio estando tú en casa.
Padre: Olga, mi Olga. De ahora en adelante no te llamarás Olga, sino Volga. En recuerdo de los rusos.
Olga: Gracias a Dios que no te has quedado con los alemanes y has estado entre bolcheviques. Ahora sí que puedo asistir a las reuniones de la Juventud.
Padre: Vete y diles a todos que tu padre dice que ya no eres Olga sino Volga.
Tinček: ¿Volga qué es?
Mamá: Padre, por favor, deja los nombre tal y como son!
Padre (canta):
“Volga, Volga, madre patria. Volga, río de Rusia…”
(Todos lo contemplan y no salen de su asombro).
Padre: ¡Cantad conmigo! “Volga, Volga, madre patria… Volga, río de Rusia…”
Mamá: Hay que ir a dormir. Estarás congelado. Te voy a calentar…
(Se miran a los ojos y se hace de noche).
Acontecimiento en la oscuridad
(Susurros).
Padre: ¡Mimika!
Mamá: ¡Jože!
Padre: ¿Me has esperado?
Mamá: Sabes que sí. Solo a ti.
Padre: No puedo aguantar más…
Mamá: Espera, los niños…
Padre: Ya están durmiendo.
(La cama empieza a chirriar).
Padre: ¡Maldita cama!
Tinček: Papá, no estoy durmiendo.
Padre: Tinček, a dormir ahora mismo. ¡A dormir!
Mamá: Ten cuidado. ¡Pssst!
Padre: Vale.
Tinček: Papá, ¿por qué se dice “la batuta de Stalin”?
Mamá: ¡Cállate! Papá tiene sueño.
Tinček: Pues entonces que duerma.
Padre: ¡Cállate, filósofo!
Padre: ¡A dormir!
Tinček: Papá, ¿puedo contarte otro poema?
Padre: Cuenta, pero que sea corto.
Tinček: “En tiempos de paz, papá solo comerá papas.”
Mamá: ¡Paz! ¡A dormir! Buenas noches.
Tinček: ¡Buenas noches!
(Silencio. Jadeos. La cama empieza a chirriar…)