De Los cochinos traviesos (Pobalinska pujsa, 2015) de Manica K. Musil
En la granja hay dos cochinos muy bromistas. Además de revolcarse por el lodo, les encanta hacer todo tipo de diabluras a los otros animales: los atan cuando están distraídos para comerse su comida, usan el cuenco del perro como tambor, se peinan con el cepillo inmaculado de la gata, mezclan los huevos de patos y las gallinas. Pero los cochinos traviesos se han olvidado alguien: el ratón, que ayudará a todos a vengarse.
Los cochinos Chancho y Chencho son grandes amigos. Nada más levantarse se revuelcan en el lodazal. Se frotan el uno al otro los cuerpos llenos de cerdas hasta cubrirse de lodo por completo.
En sus cuerpos enlodados tan solo se distinguen sus ojos blancos.
Después de desayunar se van al corral. Allí están las gallinas, los patos, el asno, la gata y un viejo perro gruñón, Chucho. Las miradas y sonrisitas de los cochinos ya anuncian que está tramando algo. Dan una vuelta por el corral, muy panchos, silbando, mientras miran a lo alto, muy a lo alto, hacia el cielo.