Poemas de Las distancias del cuerpo (Razdalje telesa, 1984), de Maja Vidmar
El primer libro de poesía de Maja Vidmar, Las distancias del cuerpo (1984), destaca por las características que serían las de toda su poesía: un breve verso libre que forma unas imágenes diminutas, llenas de elipsis y encabalgamientos y una atrevida temática del erotismo y de los papeles y las relaciones sociales tabú; asimismo, es observable un uso continuo de símbolos y de objetos agudos para cortar, el símbolo de la herida, la sangre, el corazón, los ojos y la presencia de animales. Con frecuencia recoge motivos de la tradición popular eslovena y elementos bíblicos y mitológicos. A esto se le añaden también las características de la poesía lírica y de la balada, la ironía, lo grotesco y el nihilismo, la violencia de género como simbolismo del lugar en el que se ubican las injusticias de la subordinación femenina, la maternidad, el miedo y la decepción.
LA CASA
Con la leche de mi padre
bebía la sólida
arquitectura
de la casa,
y aún en estos lugares,
entrada la noche,
me cubría la cabeza,
y no había
ninguna duda:
en algún lugar abierto
vendrían los que no existen
para devorarme.
Es difícil con la casa
en la cabeza.
Cuando cae la noche me siento
en el umbral
trasero
para llamar
ululando
a los que no existen.
ISAAC
Cuando Isaac duerme
le tapo las alas,
miro como respira
y lo huelo
como si fuera mío.
Cuando Isaac me saluda con la mano
le advierto que tenga cuidado por la calle
y tiemblo
como si fuera mío.
Porque lo dejo
cuando llamo tres veces a la puerta,
lo dejo todos los días
entre las fieras.
Cómo decir,
como si no me importara,
ven, Isaac, vámonos
a la gran montaña.
Cómo buscar un tajón
pulido, un tajón limpio
para él.
Cómo, con un cuchillo,
como si no me importara,
con un cuchillo desnudo y gris ,
cómo cortarle
en vivo.
Ven, Isaac, vámonos.
¿Cómo puedes
enamorarte de
tu propia hija?
Tan sólo la
ves cuando se anima
desnuda en la habitación
entre el vestido y
el vestido y el ombligo
en su piel
empieza a brillar y no puedes
respirar ya a causa
de su libertad.
Entonces utilizas
todas las técnicas
para desaparecer
inadvertida, para que
ella, tan entera,
no se preocupe de que
su madre llora.
Cuando te enamoras
de tu pasado
dentro de ti nace
un anciano al que
le tiemblan tus manos,
le duelen tus
piernas y con dificultad
se levanta de tu
cama. A veces
eres un poco impaciente
con el molesto
huésped, pero nada puede
parar a una mujer
enamorada. Y cuando
su amado se da cuenta de ello,
desaparece como un libro
entre libros.
Durante siglos
no la tocaría nadie,
sólo el aire le está secando
la espalda redondeada,
hasta que se encienda
en un fuego que
permanezca en la memoria
durante siglos.
EL POEMA SOBRE LA CREMALLERA
es un poema sobre mí
donde coso una cremallera de hierro
a unos vaqueros viejos,
sobre dos agujas claras
que se rompieron
y sobre una máquina de coser
que tiene alma
pero no podrá entrar en los cielos
porque adrede me putea.
EL PUENTE
La iniciación no
salió bien y
el puente se cerró
a las tres.
Nadie cogió
mi mano,
por eso sigo
deslizándome hacia las fauces
a través de las grietas,
entre los troncos.
Yo sé como
es cuando no es.
Si a alguien le interesa,
durante horas y
horas podemos hablar
sobre los puentes colgantes.
PARA TI
Un gran deseo de que
el poema
para ti fuera tan bello
que la gente
contuviera el aliento y
los asmáticos
se murieran y
los mejores poetas
rompieran mordiendo sus
plumas porque
ya no sería posible escribir
nada más,
este gran deseo
me ha arruinado
un número considerable de buenos
poemas.
PERSONA QUE ANDA SOBRE LA CUERDA III
No hay prueba alguna
de que se trata de una conducta
mortal, pero tampoco nadie
había vuelto de allí.
Ningún tipo de conocimiento
puede de veras ayudar, aunque
sin contar con las malas experiencias
nadie se pudo poner sobre la cuerda.
Ningún coraje puede durar
tanto, pero siguiendo la línea
del mayor miedo
no puedo sobrevivir.
Quizá no me muera,
pero estoy muerta.