Apoyado por: Unión Internacional de Editores, Academia Alemana de Lengua y Literatura, Federación de Editores Europeos, EU-READ, Consorcio de organizaciones europeas para el fomento de la lectura, PEN Club Internacional, Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas, Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY)
La lectura profunda es nuestra herramienta más poderosa para desarrollar el pensamiento analítico y crítico. Ejercita la metacognición y la paciencia cognitiva, amplía nuestras capacidades conceptuales y entrena la empatía cognitiva y la toma de perspectiva, habilidades sociales indispensables para ser ciudadanos informados en una sociedad democrática. Los firmantes de este manifiesto apelan a que se reconozca la importancia permanente de la lectura profunda en la era digital.
Cómo invertir la tendencia a la baja de las competencias lectoras es uno de los retos urgentes a los cuales se enfrenta nuestra sociedad actual. Para participar como ciudadanos informados en una sociedad democrática, necesitamos competencias y prácticas lectoras profundas que vayan mucho más allá de la mera descodificación de textos. La lectura no solo es la principal vía de desarrollo personal, el fundamento del aprendizaje permanente y la base de gran parte de nuestro intercambio de información, sino también una dimensión central de la interacción y la participación social.
La era de las tecnologías de pantalla en rápida expansión ha puesto a nuestro alcance una enorme cantidad de contenidos de audio, vídeo y texto. La revolución digital ha traído muchos resultados positivos. Por ejemplo, los contenidos textuales se han hecho más accesibles en zonas desfavorecidas y se pueden atender mejor las necesidades de los lectores con distintas discapacidades y aptitudes. Sin embargo, hay que tener cuidado para que algunas habilidades y modos de leer no parezcan una reliquia de una vieja era de la información que está desapareciendo rápidamente. Esto afecta sobre todo a los libros extensos y a la lectura profunda que ello promueve. Es probable que el mundo digital fomente la lectura más que nunca antes en la historia, pero también ofrece muchas tentaciones para leer de forma superficial y dispersa, o incluso para no leer en absoluto. Esto amenaza cada vez más la lectura profunda.
Por este motivo, apelamos a que se reevalúe el papel de la lectura profunda en la era digital. En un entorno informativo cada vez más complejo, los ciudadanos informados deben ser capaces de distinguir las fuentes válidas de las no válidas y de ajustar con flexibilidad sus métodos de lectura a contextos cambiantes. El proceso de lectura profunda es un ejercicio de atención y paciencia cognitiva que amplía el vocabulario y las habilidades conceptuales y desafía activamente las ideas preconcebidas de los lectores. Son especialmente los textos largos, como los libros, los que perfeccionan nuestras destrezas de lectura profunda. Nos entrenan para poner a prueba distintas interpretaciones, detectar contradicciones, prejuicios y fallos en la lógica, y establecer las sofisticadas y frágiles conexiones entre textos y contextos culturales que necesitamos para intercambiar juicios de valor y emociones humanos.
La lectura profunda es nuestra herramienta más eficaz para el pensamiento analítico y estratégico. Sin ella, estamos mal equipados para hacer frente a las simplificaciones populistas, las teorías de la conspiración y la desinformación y, en consecuencia, nos volvemos vulnerables a la manipulación. No obstante, los profesionales de la educación se centran cada vez más en los medios multimedia en perjuicio de una inmersión profunda en la información textual. Además, debido a una propensión a la eficiencia, la complejidad de la lectura se considera un problema que debe resolverse mediante la simplificación, en lugar de considerarlo un espejo de la complejidad humana y una actividad que fomenta el pensamiento analítico y estratégico. Por último, la enseñanza y la evaluación de la lectura actuales también se centran en las destrezas funcionales e informativas básicas. Este énfasis pasa por alto la importancia que tiene la lectura profunda a lo largo de toda la vida para el pensamiento crítico, que es una condición previa para el buen funcionamiento de la democracia.
Así pues, apelamos a la educación y la promoción de la lectura, junto con la evaluación y la investigación, para reconocer la importancia de la lectura profunda como una habilidad que configura la vida y la sociedad. La educación y la promoción de la lectura deben ir más allá de la enseñanza de competencias funcionales e informativas básicas a los colegiales y centrarse en el proceso de desarrollo personal a lo largo de toda la vida, reforzado con la lectura profunda. La evaluación de la lectura debe ir más allá de las pruebas estandarizadas e incluir datos cualitativos y descriptivos con el fin de proporcionar un diagnóstico detallado del estado de la lectura profunda en nuestras sociedades. La investigación sobre la lectura debe ampliar su enfoque para incluir disciplinas como la investigación del comportamiento informativo, la enseñanza de la alfabetización informacional, el diseño de medios, la investigación de la atención y la neurociencia y dar forma a un programa de investigación sistemático, alineando perspectivas y superando la fragmentación.
El futuro de la lectura afecta al futuro de nuestras sociedades. Una sociedad democrática, basada en un consenso informado entre las distintas partes interesadas, solo puede tener éxito con lectores resilientes versados en la lectura profunda. Los responsables políticos de todos los ámbitos deben ser conscientes de este hecho. Porque, según la muy citada advertencia de Margaret Atwood, «si no hay jóvenes lectores y escritores, pronto no los habrá viejos. La alfabetización habrá muerto, y la democracia… también».
Para más información, consúltese: https://firstmonday.org/ojs/index.php/fm/article/view/12770
La página web del Manifiesto de Liubliana (con traducciones a otras lenguas): https://readingmanifesto.org