El lugar que en el mapa de la literatura mundial ocupa la literatura eslovena es un lugar periférico. Se trata de una literatura equiparable a otras literaturas europeas llamadas minoritarias y/o pequeñas, tales como las literaturas vasca, eslovaca, catalana, lituana, islandesa, etc., y que si bien comparte con ellas el reducido número de hablantes para el que están escritas, se diferencia por las circunstancias históricas en las que surgió y se desarrolló.
Los rasgos que hasta el siglo XX pueden apreciarse en la literatura eslovena son: su carácter oral y religioso (el primer libro en esloveno se publicó con la Reforma, en 1550), la importancia de la traducción (esta tiene carácter constitutivo, ya que los primeros libros publicados en realidad son traducciones), su carácter policéntrico (hasta inicios del siglo XX Trieste, en Italia, y Klagenfurt, en Austria, fueron también importantes centros culturales eslovenos) y el establecimiento del sistema literario en el siglo XIX.
No obstante, a pesar de contar en su territorio con no más de dos millones de potenciales lectores, gracias a algunos autores contemporáneos ha logrado despertar interés internacional, como es el caso de Slavoj Žižek, Vladimir Bartol, Boris Pahor y Lila Prap.
El propósito de este breve ensayo es trazar las líneas generales del campo literario esloveno actual, destacando algunas de sus características más importantes desde el punto de vista sistémico y teniendo en cuenta el ámbito de la lengua española.
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